Juan Broseta (*)
Parece que hoy día cualquiera puede ser Ministro, cualquiera “se apunta” como ocurría en la dictadura a una congregación o a una especie de movimiento llámese Boys Scout, Opus, o lo que quieran.
En un Estado democrático cualquier ciudadano puede llegar (con sólo ser designado por quien ostenta el poder) a ser Ministro/a, como estamos comprobando por los hechos que parece ser el caso de la señora Raquel Sánchez.
Y por esos hechos, precisamente, está quedando bastante claro que no tiene formación suficiente para tomar decisiones importantes, tanto estratégicas como tácticas y reales, en el mundo del transporte en el que ha llegado a ser ministra.
Desconozco si la ministra sabe lo que cuesta hacer una línea de ferrocarril, pero si no fuese así, bien podría consultarlo con los técnicos, que los hay y con buen nivel, para aconsejarle correctamente.
Cabría preguntarle a la ministra si sabe lo que vale hacer un kilómetro de ferrocarril convencional. Y es una pregunta muy conveniente porque ella toma la decisión de no aprovechar la Línea Madrid-Cuenca-Valencia, pasando por los sitios y pueblos por los que pasa esa línea. ¿Cómo no aprovecha, antes de tomar la decisión de parar, valorar las muchísimas soluciones que tenía, especialmente con la situación actual del cambio climático? ¿Cómo actúa así con el transporte ferroviario, cuando todos sabemos que ese transporte ferroviario es mucho más saludable que el transporte por carretera?
Cuando ya se tiene hecha la línea, es un gran error no utilizarla, cuando se podrían haber hecho muchas cosas. Una de ellas habría sido, por ejemplo, intentar privatizar por tramos la explotación de esa línea hablando con los alcaldes afectados y facilitando así la creación de empresas mixtas para explotar por esa línea el transporte de mercancías o el de pasajeros. Estoy convencido de que esto, en Cataluña, no se habrían atrevido a hacerlo.
Sin embargo, y con esta filosofía, lo ha hecho porque se ha encontrado a gobiernos tan débiles y cómplices como el valenciano y, que, por cierto, tantas denuncias por corrupción acumula.
Y algo similar podría decirse de otros ayuntamientos por los que pasa el tren como el de Cuenca, Requena, Utiel o Camporrobles, a los que la ministra no les ha dado la posibilidad de que se crearan esas empresas mixtas para ayudar a mantener vivas esas poblaciones y sus áreas de influencia.
He trabajado muchos años en el sector y he estado vinculado a estudios de rentabilidad, además de haber sido profesor de universidad. Y desde esa experiencia y conocimiento, le diría que nunca, jamás, se ha podido justificar ni la creación ni la anulación de una línea ferroviaria por su rentabilidad, porque esa rentabilidad no es un factor estático, sino algo que puede cambiar.
Es igual que el balance de una sociedad, que es el resultado de un momento, pero que puede cambiar, porque ese balance no da una idea sobre la progresión y el crecimiento que puede tener esa sociedad.
El transporte ferroviario es una infraestructura muy necesaria en esta época porque es el que menos energía consume por kilómetro, por tonelada transportada y por viajero. Por tanto, es una apuesta fundamental para el futuro.
Y si la ministra tuviera un verdadero interés por su país, que es España y no sólo Cataluña, habría abierto todo un foro con las partes implicadas, especialmente con las empresas logísticas, para ver qué se hacía con esa línea antes de cerrarla.
Se podían haber explorado opciones como la explotación por tramos, se podría haber recurrido a los fondos europeos, y muchísimas cosas más antes de cerrar una línea que ha costado fortunas a lo largo de la historia, antes de condenar a los pueblos por los que atraviesa, que ya disponían de sistemas de carga y descarga, así como apeaderos de pasajeros. Y lo paradójico de todo esto es que luego claman por la “España vaciada” ¡¡. El movimiento se demuestra andando, señora ministra.
Lo que se ha hecho es un gran error: un error político, técnico y económico. Y lo grave de todo es que parece que el único criterio haya sido el de “apuntarse medallas” en ese partido, aunque pienso que todo esto le va a costar muy caro. Desde luego, no va a ser fácil que ese ministerio cambie la decisión, pero les diría una cosa: si en lugar de que su partido se gaste el dinero en asesores, “enchufados” y puestos en ministerios cuya existencia no se justifica, se dedicará a invertir en temas prácticos, en no dejar morir líneas como esta, otro futuro nos esperaría a todos.
Y lo mismo que ocurre con esa línea, les pasa ahora con los montes y los incendios, donde tienen una brigada de verano contra incendios, pero no tienen una plantilla que cuide los bosques, porque prefieren pagar el paro, pagar a la gente desatendida y los ayuntamientos prefieren dedicarse a la política de la prensa.
Lo ocurrido con esta línea de Cuenca-Madrid y Cuenca-Valencia, es el último alboroto, el último error que ustedes van a cometer, porque yo espero que cambien rápidamente y que esto no se cierre. Y desde luego, desde invito a los alcaldes de los ayuntamientos por los que pasa el tren a que se rebelen frente a este cierre.
Conozco muy bien las líneas ferroviarias de España, entre ellas las catalanas, y sé lo que ha supuesto mantener la Pobla de Segur, y todo eso sale del dinero de todos, pero resulta que a “poca ropa” que es Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana, sí se atreven a quitarle una línea fundamental para poder reconstruir la “España vaciada” porque a lo largo de esos transportes, como decía antes, se pueden hacer líneas privatizadas con empresas mixtas; se pueden establecer empresas que pueden ubicarse alrededor de esa línea y plataformas logísticas con los fondos Europeos para desarrollar negocios. Tan sólo había que conocer el sector y querer ayudar a España.
Siento mucho que el ministerio haya permitido que esta línea se cierre, y siento mucho que los términos afectados por esta línea permitan que se cierre. Desde aquí les brindo la oportunidad de que escriban a mi revista, que les publicaré todo lo necesario para que esta línea se mantenga.
(*) Doctor Ingeniero Industrial