Pensar rápido, pensar despacio: El poder del relato en el juicio del tren Alvia

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Madrid, septiembre 2022.

Jesús Domínguez (*)

El próximo 5 de octubre se inicia el juicio por el accidente del tren Alvia en
Angrois en la que hubo 80 muertos y 144 heridos. En el banquillo se
sentarán como investigados el Sr. Cortabitarte, exdirector de seguridad en
la circulación del ADIF y el maquinista, el Sr. Garzón.
El premio Nobel de Economía, el Sr. Kahneman, escribió en 2015 el libro
“Pensar rápido, pensar despacio”, en el que desgrana cómo funciona
nuestra mente, con sus prodigios y defectos, entre ellos los sesgos. En el
caso del Alvia la mayoria somos víctimas del sesgo del relato, de la
narrativa.

El auto del juez inicia su relato el 24 de Julio de 2013, con la llamada
corporativa que el interventor realiza al maquinista, originando el despiste
de este último, que pese a percatarse de la inminencia de la curva y pulsar
el freno unos cientos de metros antes, llega tarde.

Iniciar el relato así nos lleva a centrar la atención en un hecho en concreto,
pero si se comenzara desde el principio evitaríamos el sesgo generado
cuando empezamos por el final.

Todo comienza mucho antes del día en que se hizo evidente, para la
sociedad, que en esa línea se había mantenido un riesgo intolerable desde
su inauguración en diciembre de 2011.

El auto señala a dos imputados. En relación al maquinista unas veces dice
que su conducción fue imprudente, otras negligente, otras desatenta, que
su conducta no es propia del hombre medio ideal. Además nos da otros
pormenores: nacimiento, titulación, formación, historial en RENFE, etc.

Al referirse al director de seguridad de ADIF, no da detalles de su
idoneidad para el puesto que desempeñaba, pese a que no sólo tenía la
responsabilidad de garantizar la seguridad en la circulación , sino que
además fue advertido del riesgo por INECO. De hecho el propio auto cita
que ADIF tuvo la obligación normativa y técnica de evaluar y gestionar los
riesgos hasta hacerlos tolerables hasta en tres ocasiones.
¿ Y si comenzamos el relato por orden cronológico y se nos expone la
información relevante de ambos imputados?

Comencemos por el principio, en 2010 el ex-ministro Blanco firma el
cambio de proyecto que supuso una rebaja en la seguridad. En diciembre
2011, Fomento autoriza la puesta en servicio de la línea, sin que conste la
preceptiva evaluación de riesgos por parte de ADIF; ese mismo mes un
jefe de maquinista avisa a diez altos cargos de RENFE del peligro de la
curva, pero algunos ni leyeron el correo. En 2012, con Ana Pastor al frente,
se desconecta el sistema de seguridad ERTMS con la autorización del
ADIF, de nuevo sin la evaluación de riesgos preceptiva. Finalmente, el 24
de julio de 2013 se produce la fatídica llamada del interventor.

En definitiva, desde 2010 se van creando las condiciones de riesgo -por
incumplimientos de ADIF- donde posteriormente circularán maquinistas y
viajeros, tanto el día del accidente como en los meses previos. Y es en ese
contexto donde tiene lugar el comportamiento del maquinista y el que con
mucha probabilidad explique el resultado del mismo. Cuando salimos del
marco estrecho de los minutos previos al accidente, la comprensión de lo
sucedido se clarifica.
¿Por qué el auto no nos cuenta casi nada del Sr. Cortabitarte?
Por ejemplo, que fue perito judicial del accidente del metro de Valencia, –
ocurrido en 2006 con 43 muertos y 47 heridos- y afirmaba que con una
baliza se hubiera evitado el accidente, pero a la vez defendía que para los
directivos no era previsible «bajo ningún concepto». Recientemente, cuatro
directivos han reconocido que el riesgo era previsible y evitable, y han sido
condenados a casi dos años de cárcel. El Sr. Cortabitarte ya conocía la
importancia de las balizas y alguna idea tendría de la previsibilidad de lo
que sucedería ante un fallo humano.

Tampoco nos cuenta su historial en ADIF o su implicación en otros
accidentes graves que nos hicieran dudar de su idoneidad como máximo
responsable de la seguridad. Pero en el auto, este historial del imputado y
su participación en accidentes pasados parece tener menor relevancia. No
sabemos si el Sr Cortabitarte también fue negligente o si su conducta era
propia no ya del hombre medio ideal, sino de alguien que debiera ser
garante de la seguridad ante los viajeros.
Con todos los respetos al Sr. Juez, la historia habría que contarla en orden
cronológico y con todos los pormenores de ambos imputados. El poder del
formato y del relato influyen y mucho en entender la verdad de los hechos,
sólo así se podrán depurar todas las responsabilidades, su gravedad y
entender quiénes permitieron el cúmulo de circunstancias para que una
llamada fuera fatídica.
Sólo así podremos aprender para que no vuelva a suceder.

(*) Presidente Plataforma Víctimas Alvia 04155